viernes, 14 de octubre de 2011

LA OFENSIVA DEL TET

La ofensiva del Tet fue una operación militar planificada por el gobierno de Vietnam del Norte y ejecutada por el EVN, (Ejército de Vietnam del Norte) y el Vietcong en 1968 contra las fuerzas aliadas lideradas por Estados Unidos, especialmente el ARNV, (Ejército de Vietnam del Sur), durante la guerra de Vietnam.
La planificación de la ofensiva fue meticulosa y la ejecución bien realizada;[cita requerida] pero los resultados militares resultaron desastrosos; no así las consecuencias políticas, especialmente en Estados Unidos. La gran cantidad de soldados norteamericanos muertos durante la ofensiva, unos 1000, no fue digerido por el pueblo estadounidense. El rechazo a la guerra en Estados Unidos se acrecentó y ello supuso un giro de la guerra hacia la derrota de la coalición. Algunos autores consideran que se trató de una derrota táctica, ya que además de morir decenas de miles de combatientes norvietnamitas, perdieron la totalidad de lo conquistado. Sin embargo, se considera que fue una victoria estratégica debido al ulterior cambio que provocó en la estrategia militar norteamericana



Objetivos
La ofensiva del Tet tiene un precedente en la Guerra de Indochina cuando el Viet Minh anunció con gran despliegue propagandístico que Ho Chi Minh estaría en Hanoi para celebrar el año nuevo lunar vietnamita (fiesta del Tết, o Tết Nguyên Dán). Más de diez años después los preparativos fueron más discretos; en julio de 1967 Hanoi citó a sus diplomáticos para una reunión donde se decidiría esta ofensiva.
Al mismo tiempo se entablaron contactos con el FLN (el Vietcong) para realizar las ofensivas conjuntamente.
Las dos fuerzas deberían ejercer una presión tal sobre el ejército del Sur que se desmoronaría y la victoria, si no completa, estaría mucho más cerca.

La campaña de distracción
Para tener ocupadas a las tropas estadounidenses y vietnamitas y lograr una gran sorpresa Hanoi preparó tres grandes operaciones:[cita requerida]
  • Campaña diplomática ofreciendo nuevas propuestas de paz que desconcertaron al equipo del presidente Lyndon B. Johnson sobre lo que realmente estaban preparando.
  • La fecha para lanzar la operación fue escogida meticulosamente: En esos días muchos soldados del Sur estarían de permiso.


La CIA y otros servicios habían percibido algunos de estos síntomas y habían informado de ello, pero los informes no fueron tenidos lo suficientemente en cuenta por incompletos.

El 30 de enero soldados comunistas comenzaron a infiltrarse entre los campesinos de seis provincias distintas para después atacar edificios gubernamentales y cuarteles con armas portátiles y granadas de mortero. Se puso en alerta a todas las fuerzas estadounidenses y se pensaba hacer volver a las vietnamitas, pero por la noche la mayoría de los infiltrados habían caído o habían sido hechos prisioneros, por lo que se creyó que aquello no eran los preludios de la gran ofensiva anunciada por los servicios de inteligencia.
La noche del 30 y el día 31, de repente, 84.000 combatientes, comandados por los dirigentes Chi Fu Lua y Ho Chi Min reanudaron los ataques por todo el país. Al día siguiente, 1 de febrero, los comunistas ya estaban dentro de Saigón, habían atacado 36 de las 44 capitales de provincia, cinco de las seis ciudades autónomas y 64 de las 242 capitales de distrito. Durante los fuegos artificiales o poco después fueron atacados los principales cuarteles, la Junta de Jefes, la Emisora Nacional de Radio, el cuartel general del ARNV y varias embajadas. Pero una de la que más repercusiones ocasionó posteriormente fue el asalto a la embajada de Estados Unidos por un comando de 19 vietcongs.
La ciudad imperial de Vietnam, Huế, quedó totalmente en poder de los comunistas. Incluso las zonas consideradas seguras también fueron atacadas. Así la provincia costera al sur de Saigón fue tiroteada, el hospital acribillado y varias granadas impactaron junto al edificio.
En el resto del país los guerrilleros se atrincheraban en las posiciones tomadas y aguardaban el contraataque con todas las armas a su alcance.
La sorpresa fue casi total,[cita requerida] pese a las sospechas fundadas que había. El ejército de Vietnam del Sur estaba sintiéndose desbordado; pero aún los oficiales incompetentes seguían fuera de sus puestos, sin dirigir las operaciones. No obstante, para los estadounidenses aquellos ataques constituían una oportunidad de descargar su inmensa potencia de fuego sobre un enemigo atrincherado en lugar de oculto entre la maleza. Esta situación no estaban dispuestos a desaprovecharla.

[editar] Los contraataques

 

 

El ejército de Estados Unidos y el ARNV lanzaron contraataques generalizados con artillería, carros de combate y helicópteros incluida la propia capital.[4] Todas las fuerzas disponibles fueron movilizadas y puestas a combatir para ir recuperando poco a poco el terreno perdido, empezando por la capital y continuando por las otras provincias.Hué fue de las últimas, pero finalmente también se reconquistó a un precio inmenso de destrucción. Stanley Kubrick lo mostró en su película Full Metal Jacket.
Los soldados regulares del Norte resistieron, pero más resistieron los guerrilleros del Vietcong que no fueron auxiliados ni reemplazados. En combates como éstos se forjó el legendario cuerpo de los Pijamas Negros, los miembros del Vietcong que vestían esta prenda tradicional vietnamita y que se encadenaban a los árboles, arrojaban lejos la llave y combatían con su fusil o subfusil sin posibilidades de retirada ni rendición.[5]
Pese a todo, la inmensa potencia de fuego que podían desplegar los helicópteros estadounidenses y sus blindados hacía que casi cualquier posición fija fuera indefendible, cosa que ya conocían los vietnamitas por batallas como la batalla del valle de Ia Drang o la operación Starlight.
Los combates resultaron muy duros y la destrucción que sufrieron las ciudades por el empleo de armas pesadas fue muy grande.[cita requerida] El ejemplo más dramático lo constituyó la ciudad imperial de Hué, que quedó prácticamente arrasada.[cita requerida] Pero, salvo casos como ése, en pocas horas, a lo más algunos días, la totalidad de lo perdido estaba recuperado.[cita requerida]
La embajada de Estados Unidos se recuperó rápidamente porque el comando vietcong no logró ni siquiera cruzar el jardín.[cita requerida] Las demás ciudades tardaron un poco más, quizá la última fue la de Hué, que ocuparon totalmente el 23 de febrero. A finales de marzo la actividad había decaído bastante.

Intrigas e incógnitas
En operaciones como esta se sabe muy poco de la postura vietnamita porque siempre han sido un libro cerrado. Si tuvieron o no varios motivos aparte del desgaste a las fuerzas de Vietnam del Sur y de Estados Unidos es algo que a principios del siglo XXI sigue ignorándose. Esto no debe extrañar en un régimen comunista como el de Hanoi; Stalin también prohibió realizar excavaciones en Stalingrado para no conocer el número de soldados soviéticos muertos allí;[cita requerida] y el régimen de China mantuvo en secreto durante décadas los caídos durante la Larga Marcha.[cita requerida]
Siempre se ha considerado al general Vo Nguyen Giap un hombre cauto, buen estratega y que difícilmente caía dos veces en el mismo error.[cita requerida] Por eso sorprende una ofensiva como la del Tet donde militarmente tenía todas las de perder, detalle que él conocía perfectamente. Esto muestra, para algunos autores,[3] que el general Giap, pese a ser cauto y paciente, también adolecía de impaciencia en determinadas ocasiones o de excesiva prisa por terminar la contienda. Un defecto que ya le llevó a sufrir numerosas bajas en Dien Bien Phu.
Otros historiadores aducen que las intenciones de Giap con la ofensiva del Tet realmente lo que pretendían era influir en la opinión pública estadounidense, cosa que logró con indiscutible éxito.[cita requerida] Sin embargo, el propio general declaró que esta posibilidad no se tuvo en cuenta en la práctica y que el objetivo real era poner contra las cuerdas al gobierno del Sur mediante un fuerte desgaste.[cita requerida]
Existe otra teoría la cual postula como uno de los objetivos de esta ofensiva el “sacrificar” una fuerza aliada de Hanoi (el Vietcong),[cita requerida] pero con base en el Sur, difícil de manejar y, sobre todo, independiente del poder del Norte. Esto explicaría la razón por la que sus tropas tenían órdenes de atrincherarse en las posiciones recién tomadas a la espera de refuerzos, cuando sus actuaciones habituales consistían en atacar y desaparecer. Además se les mandaba resistir contra un enemigo con una potencia de fuego y una movilidad inmensamente superior a la suya, cosa que aprendieron con sangre en la operación Starlight.
Unido al postulado anterior o dentro del mismo, estaría un quinto objetivo: demostrar a los ciudadanos del Sur quién tenía el poder y quién daría las órdenes tras la futura reunificación. Esto explicaría los crímenes cometidos en Hué, dónde fueron asesinadas alrededor de 3000 personas, y otras ciudades, además de las fosas comunes encontradas.
Pero resulta muy difícil saber si estos postulados son correctos o no sin tener acceso a las fuentes vietnamitas.

TERMOPILAS

Fuentes


La fuente primaria principal en lo relativo a las Guerras Médicas es el historiador griego Heródoto. Este autor, que ha sido calificado como "El Padre de la Historia",[8] nació en el año 484 a. C. en Halicarnaso, en Asia Menor (una zona gobernada por el Imperio persa). Escribió su obra Historias entre 440 y 430 a. C., intentando encontrar los orígenes de las Guerras Médicas, que por entonces todavía eran un hecho relativamente reciente en la historia (las guerras acabaron finalmente en 449 a. C.).[9] El enfoque de Heródoto fue una completa novedad, al menos en la sociedad occidental, y por esta razón se considera que inventó la Historia tal y como la conocemos hoy en día.[9] El historiador Holland afirma sobre el particular que: "Por primera vez, un cronista se propuso encontrar los orígenes de un conflicto no en un pasado tan remoto como para que resultase fabuloso, ni en los caprichos o deseos de algún dios, ni en una afirmación del pueblo manifestando su destino, sino mediante explicaciones que pudiera verificar él personalmente."[9]
Muchos de los posteriores historiadores antiguos, a pesar de seguir sus pasos, menospreciaron a Heródoto y se consideraron a sí mismos seguidores de Tucídides.[10] Sin embargo, Tucídides eligió comenzar su historia a partir del punto en donde terminó Heródoto (en el sitio de Sestos), por lo que debió considerar que éste había hecho un trabajo razonablemente bueno resumiendo la historia anterior. Plutarco, por su parte, criticaba a Heródoto en su ensayo Sobre la malignidad de Heródoto, describiéndole como "Philobarbaros" (amante de los bárbaros) por no haber sido suficientemente pro griego. Esto sugiere que Heródoto pudo haber realizado un buen trabajo en lo que a neutralidad se refiere.[11] A la Europa del Renacimiento acabó llegando una visión negativa sobre Heródoto, si bien su obra continuó leyéndose de forma habitual.[12] Sin embargo, a partir del siglo XIX su reputación fue rehabilitada drásticamente por los descubrimientos arqueológicos que fueron confirmando de forma repetida su versión de los hechos.[13] La visión que prevalece actualmente sobre Heródoto es que, en general, hizo un buen trabajo en su Historia, aunque algunos detalles específicos (en especial el número de soldados y las fechas) deberían observarse con escepticismo.[13] Por otro lado, sigue habiendo algunos historiadores que consideran que Heródoto inventó gran parte de su historia.[14]



El historiador siciliano Diodoro Sículo, que escribió en el siglo I a. C. su obra Biblioteca histórica, en la que también ofrece el relato de las Guerras Médicas, se basó parcialmente en el historiador griego Éforo de Cime. Sin embargo, su relato es bastante consistente en comparación con el de Heródoto.[15] Además, las Guerras Médicas también reciben la atención, con menor detalle, de otros historiadores antiguos, entre los que se incluyen Plutarco y Ctesias, y también aparecen en obras de otros autores, como en Los persas, del dramaturgo Esquilo. Las evidencias arqueológicas, tales como la Columna de las Serpientes, también ofrecen un respaldo a algunas de las afirmaciones concretas de Heródoto.

Trasfondo histórico
Artículo principal: Guerras Médicas
La expansión constante de los griegos por el Mediterráneo, tanto hacia oriente como occidente, llevó a crear colonias en las costas de Asia Menor. Estas colonias se ubicaron en territorios controlados por el Imperio aqueménida, que siempre les concedió un elevado grado de autonomía,[17] a pesar de lo cual los colonos helenos siguieron aspirando a la libertad absoluta. Se sublevaron contra el poder imperial y obtuvieron algunas victorias iniciales, pero conocían su inferioridad ante el coloso asiático, por lo que pidieron ayuda a los griegos continentales. Los espartanos se negaron en un principio, pero los atenienses sí los apoyaron, dando comienzo a las Guerras Médicas.
Las ciudades estado de Atenas y Eretria apoyaron la revuelta jónica contra el Imperio persa de Darío I, la cual tuvo lugar entre los años 499 y 494 a. C. Por aquella época, el Imperio persa era todavía relativamente joven y, por tanto, más susceptible de sufrir revueltas entre sus súbditos.[18] [19] Además, Darío no había accedido al trono pacíficamente, sino tras asesinar a Gaumata, su predecesor, lo que había supuesto la necesidad de extinguir un serie de levantamientos en su contra.[18] Por todo ello, la revuelta jónica no era un tema menor, sino una verdadera amenaza a la integridad del Imperio, y por ese motivo Darío juró castigar no sólo a los jonios, sino también a todos aquellos que hubiesen estado involucrados en la rebelión (especialmente a aquellos pueblos que no eran parte del Imperio).[20] [21] Además, Darío vio la ocasión de expandir su poder hacia el fraccionado mundo de la Antigua Grecia.[21] Por ello, envió una expedición preliminar bajo el mando del general Mardonio en 492 a. C. para asegurar el acercamiento a tierra griega reconquistando Tracia y obligando al reino de Macedonia a convertirse en vasallo de Persia.[22]
En 491 a. C. Darío envió emisarios a todas las poleis de Grecia, solicitando la entrega 'del agua y la tierra' como símbolo de su sumisión a él[23] y tras la demostración del poder persa del año anterior, la mayoría de las ciudades griegas se sometieron. Sin embargo, Atenas juzgó a los embajadores persas y les ejecutó lanzándoles a un foso. En Esparta, simplemente fueron arrojados a un pozo.[23] [24] Esto provocó que Esparta también estuviera, oficialmente, en guerra con Persia.[23]
Darío comenzó a preparar en 490 a. C. una misión anfibia bajo el mando de Datis y de Artafernes, la cual comenzó con un ataque sobre Naxos y la posterior sumisión de las Cícladas. La fuerza invasora se trasladó luego a Eretria —ciudad de la isla de Eubea—, que asedió y destruyó.[25] Finalmente, se dirigió hacia Atenas y desembarcó en la bahía de Maratón, en donde se encontró con un ejército ateniense al que superaba en número. Sin embargo, en el enfrentamiento de los dos ejércitos en la batalla de Maratón, los atenienses obtuvieron una victoria decisiva que supuso la retirada del ejército persa de Europa y su retorno a Asia.[26]
Esparta no participó en la batalla contra los persas. Atenas, con la finalidad de hacer frente a la invasión, solicitó ayuda a los espartanos para luchar pero, como se ha dicho, el origen del problema residía en las colonias griegas en Asia, y Esparta no había fundado ninguna ni tampoco las había ayudado en la rebelión. Por tanto, los lacedemonios no se sentían implicados. Tanto es así que no acudieron a la batalla de Maratón por estar celebrando las fiestas de Apolo Carneo (llamadas Carneas).

Composición de los ejércitos


Las cifras sobre los soldados reunidos por Jerjes para la segunda invasión de Grecia han sido objeto de interminables discusiones, debido al gran tamaño que ofrecen las fuentes clásicas griegas. Heródoto defendía que Jerjes había reunido 2,5 millones de hombres solamente en personal militar, que a su vez iban acompañados por un número equivalente de personal de apoyo.[53] El poeta Simónides de Ceos, que era casi contemporáneo, habla de cuatro millones. Ctesias, por su parte, cifra en 800.000 hombres el tamaño total del ejército de Jerjes.[5]
La historiografía actual considera más o menos realistas los datos sobre los efectivos griegos y, durante muchos años, la cantidad ofrecida por Heródoto sobre los persas no fue puesta en duda. No obstante, a principios del siglo XX el historiador militar Hans Delbrück calculó que la longitud de las columnas para abastecer a una fuerza de combate de millones de hombres sería tan larga que los últimos carros estarían saliendo de Susa cuando los primeros persas llegaran a las Termópilas.[54]
Los historiadores modernos tienden a valorar las cifras de Heródoto y de otras fuentes antiguas como completamente irreales, resultado de cálculos erróneos o exageraciones por parte del bando vencedor.[55] El tema ha sido debatido en profundidad, pero parece que existe un consenso en lo referente al tamaño del ejército, que oscilaría entre los 200.000 y los 250.000 hombres, lo que en cualquier caso sería un ejército colosal para los medios logísticos de la época.[55] [56] Sean cuales fueran las cifras exactas, sin embargo, lo que sí que parece claro es que Jerjes estaba ansioso por asegurar el éxito de la expedición, para lo cual reunió a un ejército numéricamente muy superior tanto en tierra como en mar al de sus enemigos.[56]
También existen dudas sobre si en las Termópilas se encontraba reunido la totalidad del ejército persa de invasión. No está claro si Jerjes dejó previamente guarniciones de soldados en Macedonia y Tesalia, o si avanzó con todos los soldados disponibles. La fuerza de las Termópilas probablemente estaba compuesta por la mayoría del ejército de invasión, contando con alrededor de unos 200.000 hombres.[55] La única fuente antigua que comenta este punto es Ctesias, que sugiere que 80.000 persas lucharon en las Termópilas. Sin embargo, este relato es sólo fragmentario y ofrece errores graves, como por ejemplo una afirmación según la cual la batalla de Platea habría tenido lugar antes que la batalla de Salamina.[5]

 

STALINGRADO

Batalla de Stalingrado

Batalla de Stalingrado
Frente de Europa OrientalSegunda Guerra Mundial
Bundesarchiv Bild 183-B0130-0050-004, Russland, Kesselschlacht Stalingrad.jpg
Batalla en las calles de Stalingrado en Enero de 1943
Fecha: 17 de julio de 19422 de febrero de 1943
Lugar: Stalingrado, Unión Soviética
Resultado: Victoria decisiva soviética
Beligerantes
Bandera de Alemania Alemania Nazi
Bandera de Italia Italia
Bandera de Hungría Hungría
Bandera de Rumania. Rumania
Bandera de la Unión Soviética. Unión Soviética
Comandantes
Bandera de Alemania Friedrich Paulus
Bandera de Alemania Erich von Manstein
Bandera de Alemania Hermann Hoth
Bandera de Rumania. Petre Dumitrescu
Bandera de Rumania. Constantin Constantinescu
Bandera de Italia Italo Garibaldi
Bandera de Hungría Gusztav Jany
Bandera de la Unión Soviética Vasili Chuikov
Bandera de la Unión Soviética Aleksandr Vasilevski
Bandera de la Unión Soviética Georgi Zhúkov
Bandera de la Unión Soviética Semión Timoshenko
Bandera de la Unión Soviética Konstantín Rokosovski
Bandera de la Unión Soviética Rodión Malinovski
Bandera de la Unión Soviética Andréi Yeriómenko
Soldados
6° Ejército Alemán (360.000 hombres)
4° Ejército Panzer
3° Ejército Rumano
4° Ejército Rumano
2° Ejército Húngaro
8° Ejército Italiano
total: 1.000.000-1.300.000
10.250 cañones
675 tanques
732 aviones
Frente de Stalingrado, el Frente del Don y el Frente Suroeste:
Total: 1.100.000-1.700.000
15.501 cañones
1.463 tanques
1.115 aviones
Bajas
800.000 muertos y heridos
91.000 prisioneros de guerra alemanes
Más de 1.000.000 de civiles de Stalingrado muertos
478.741 muertos y desparecidos
650.878 heridos[1]
Campañas del Frente Oriental
Polonia (1939) · Finlandia · Balcanes (1941) · Barbarroja · Leningrado · Moscú · 1ª batalla de Járkov · Carelia · 2ª batalla de Járkov · Crimea · Cáucaso · Don y Volga · Marte · Demyansk · 3ª batalla de Járkov · Kursk · 4ª batalla de Járkov · Smolensk (1943) · Cruce del Dnieper · Korsun-Cherkassy · Kamenets-Podolsky Pocket · Bagration · Ofensiva Lvov–Sandomierz · Ofensiva Lublin–Brest · 1° Ofensiva Jassy-Kishinev · 2° Ofensiva Jassy–Kishinev · Báltico · Ofensiva Budapest · Laponia · Balcanes (1944) · Ofensiva de Belgrado · Polonia (1944) · Hungría y Austria · Prusia Oriental · Berlín
Campaña entre el Don y el Volga
Azul · Stalingrado · Urano · Wintergewitter · Saturno · Tatsinskaya · 3er Jarkov
La Batalla de Stalingrado fue un enorme y sangriento enfrentamiento entre las fuerzas alemanas y los ejércitos soviéticos por la ciudad de Stalingrado, actual Volgogrado, entre junio de 1942 y febrero de 1943, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Con bajas estimadas de tres a cuatro millones de personas, entre soldados de ambos bandos y civiles, la Batalla de Stalingrado es considerada como la más sangrienta en la historia de la humanidad. Los alemanes la llamaron «Rattenkrieg», «guerra de ratas».
Después de que Adolf Hitler desviase fuerzas de la imparable Fall Blau hacia Stalingrado, se libraron dentro de la ciudad intensos combates urbanos, sin que ningún bando se hiciese con el control total de las ruinas. En noviembre de 1942, una contraofensiva soviética atraparía al 6º Ejército Alemán, que sería aniquilado cien días después.
La negativa de Hitler a renunciar a la importantísima ciudad, punto de entrada a la rica región petrolera del Cáucaso, significó la muerte de cientos de miles de soldados de ambos bandos, y más de un millón de civiles rusos. Stalingrado significó el fin de las esperanzas alemanas de capturar el Cáucaso y el Volga. Además, muchos oficiales del ejército alemán se convencieron definitivamentede que Hitler estaba llevando a Alemania al desastre, participando luego en el atentado contra Hitler de 1944.
Stalingrado confirmó lo que muchos expertos militares sospechaban: las fuerzas alemanas no eran lo suficientemente poderosas como para mantener una ofensiva en un frente que se extendía desde el mar Negro hasta el mar Báltico.

Invasión de la Unión Soviética
Artículo principal: Operación Barbarroja
Influido por Karl Haushofer, Adolf Hitler pensaba convertir las tierras de la Unión Soviética en colonias alemanas.[2] Entre 1939 y 1941, la Alemania Nazi estuvo ocupada luchando con sus acérrimos enemigos del Occidente: Francia y el Reino Unido (véase Batalla de Francia y Batalla de Inglaterra); no obstante, Hitler nunca perdió de vista su verdadero objetivo: el este de Europa.
El 22 de junio de 1941, Alemania invadió la Unión Soviética, incluso cuando Inglaterra no había sido derrotada. Hitler, convencido de la debilidad soviética, creía que la invasión concluiría antes del invierno y prohibió a sus generales pensar de otra manera.[3] De esta forma, un día antes de la invasión, 3.050.000 soldados alemanes esperarían el inicio de la mayor operación militar hasta la fecha, distribuidos desde Finlandia hasta el mar Negro.[4] Unos 950.000 soldados de otras naciones aliadas de Alemania, acompañaban a los alemanes. Estas tropas desempeñarían un papel fundamental en el desastre alemán en Stalingrado, un año y medio después.
Para diciembre de 1941, era claro que el rumbo de la guerra en la Unión Soviética no era el que el Alto Mando Alemán había planeado, debido a que Leningrado y Sebastopol continuaban resistiendo en el norte y el sur respectivamente[5] y la ofensiva contra Moscú había llegado a un punto muerto. Entonces, cuando menos lo esperaban, los alemanes se encontraron luchando contra una contraofensiva soviética desde la capital rusa y tuvieron que afrontar el hecho de que, a pesar de haber matado y capturado a cientos de miles de soldados del Ejército Rojo en los últimos meses, de alguna manera el Alto Mando Soviético había encontrado reservas suficientes para emprender una poderosa contraofensiva. Tardíamente, los invasores comprenderían que, para fines prácticos, las reservas enemigas eran inagotables.
Habiendo fracasado en capturar Moscú, Hitler se centró entonces en los pozos petrolíferos del Cáucaso. A pesar de no contar con la aprobación de sus generales, Hitler se empeñó en capturar estos yacimientos, e incluso les reprendió, acusándolos de no saber nada de economía.[6] La Operación Azul, como se denominó la campaña alemana en el sur de la Unión Soviética, tenía como objetivos la captura de puntos fuertes en el Volga primero y, posteriormente, el avance sobre el Cáucaso.

La ciudad
Avance Alemán hacía el Don, camino de Stalingrado; entre el 24 de Julio y el 18 de Noviembre.
La ciudad tenía una importante industria y era el nudo ferroviario más desarrollado de la línea que unía Moscú, el mar Negro y el Cáucaso, existiendo igualmente un puerto fluvial en servicio para la navegación por el Volga. La urbe se extendía unos 24 kilómetros a lo largo de la orilla oeste (derecha) del Volga pero con menos de 10 kilómetros de anchura. No existía ningún puente cruzando el río, empleándose barcazas para comunicar ambas orillas. La orilla oriental (izquierda) apenas estaba poblada. Es importante considerar que llegado el invierno, el Volga se hiela con una capa muy gruesa, permitiendo el paso de vehículos pesados.

 «¡Ni un paso atrás!»

Artículo principal: ¡Ni un paso atrás!
Stalin había previsto una rápida caída de Rostov, por esta razón, el 19 de julio había ordenado que Stalingrado quedase en estado de sitio total y se comenzaron los preparativos para resistir a los alemanes, que se acercaban. No se permitió a los civiles abandonar la ciudad, para alentar a la milicia soviética con la permanencia de los habitantes.[7] No obstante, trabajadores clave de las industria armamentista fueron enviados a los Urales, para seguir trabajando allí.
El 16 de julio, el general Vasili Chuikov llegó al Frente de Stalingrado, para comandar directamente al 64º Ejército Soviético, cuyas principales unidades todavía no habían llegado. Chuikov encontró a sus tropas con la moral muy baja[cita requerida], y fue muy poco lo que pudo hacer para evitar ser obligado a cruzar el Don. Un alivio fue la llegada de la aviación rusa, que mantuvo ocupado a los Messerschmitt 109 alemanes hasta inicios de agosto.
El 28 de julio, preocupado por el avance alemán hacia el Volga, que podía dividir a Rusia en dos, Stalin prohibió la rendición sin importar las razones, y ordenó la formación de una línea en la retaguardia de la infantería que fusilara a todo soldado soviético que retrocediese sin permiso.[8] Esta orden de Stalin, la 227, muy pronto fue conocida popularmente como la orden «¡Ni un paso atrás!». Las condiciones eran tan precarias que muchos soldados rusos eran enviados al frente sin tener siquiera fusil, y andaban tras quienes los tenían para cogerlos cuando cayesen muertos. Asimismo, se obligó a combatir también a las mujeres a gran escala, de forma que fue la primera batalla en la que las mujeres combatieron codo con codo junto a los hombres. Además, el Ejército Rojo practicaba ataques masivos frontales a distancias mínimas, convirtiendo la batalla en una masacre.
Por su parte, confiado en el derrumbe del Ejército Rojo en sur de Rusia, Hitler ordenó que se iniciase el avance sobre el Cáucaso del Grupo de Ejércitos A, aunque Stalingrado aún no había sido tomada por el 6° Ejército de Paulus. En realidad, aprendiendo de sus errores pasados, Stalin había permitido la retirada de las fuerzas de Timoshenko, pero Hitler se había excedido de nuevo en subestimar al enemigo y no había considerado esto.
La llegada de Chuikov
Las fuerzas alemanas atenazaron Stalingrado. Hitler, que no había deseado la guerra de guerrillas en Moscú y Leningrado, ahora bramaba por la conquista de la ciudad: eso implicaba la guerra calle por calle, casa por casa, el tipo de combate para el cual la Wehrmacht no estaba preparada.
Este repentino cambio de objetivos halla explicación en el hecho de que la toma del Cáucaso había fallado a manos del mariscal de campo List, y por lo tanto, Hitler deseaba tomar la ciudad como una forma simbólica de ocultar la carencia estratégica de los pozos petroleros. De esta manera, Hitler se convenció a sí mismo que si lograba conquistarla, abriría de nuevo la puerta a esa riqueza.


El 12 de septiembre, Zhúkov destituyó deshonrosamente al comandante a cargo de las defensas de Stalingrado, Anton Lopatin por demostrar cobardía ante el enemigo al no poder contenerlo con el 62º Ejército, y fue reemplazado por el granítico e inflexible general Vasili Chuikov, un hombre muy eficiente y decidido que hasta entonces estaba a cargo del 64º Ejército, desplegado al sur de la ciudad.
Cuando Chuikov llegó al dantesco escenario, Yeremenko y Jrushchov le preguntaron: «—¿Cuál es el objetivo de su misión, camarada? —Defender la ciudad o morir en el intento», contestó firmemente Chuikov. Yeremenko observó a Jrushchov, y tuvo la certeza de que Chuikov había entendido perfectamente lo que se esperaba de él.
El nuevo comandante se encontró con menos de 20.000 hombres y 60 tanques, así como unas deficientes defensas. Chuikov reforzó las defensas antiaéreas de la ciudad y asimismo fortificó aquellos lugares donde se pudiera contener al enemigo, en especial la colina de Mamaev Kurgan y el barranco del río Tsaritsa. Además retiró la mayor parte de su artillería a la ribera oriental del Volga y fomentó el despliegue de francotiradores, entre ellos el famoso Vasili Záitsev.